lunes, 12 de noviembre de 2007

Lectura para olvidados y sus aspiraciones

.
Todo lo que leas a partir de hoy puede resultarte aburrido. Todo lo que me escuches decirte puede parecer inconforme. Puede que llegue a no importar lo que leas con tan sólo que lo leas. Puede que a mí no. Es que será imposible ignorar la necesidad de atención, porque todos en pequeña medida la necesitamos para respirar, para llegar a ser lo que alguna vez imaginamos o tal vez... simplemente resaltar...

No creo que tenga una razón más convicente hoy, acá, en un lugar donde tantos. Puedo mantener el perfil bajo y callar, no contarle a quién sobre éste blog. Puedo resistirme y decirle a todos aquellos potenciales lectores que no lo hagan acá. Pero quiero, inconscientemente quiero atención.

Y bueh, uno más.

Me he dado cuenta que hoy, con veintisiete años, no tengo una meta en mi vida. Poseo muchas aspiraciones, tantas, algunas grandes y otras no tanto, algunas simple y otras demasiado complicadas. Por ejemplo, la más notoria acaso, ser escritor de novelas populares. Muchos han admirado y felicitado mis escritos. También quiero armar una gran familia, mi propia familia, tener hijos, nietos, vivir con una sola mujer el resto de mi vida. Quiero tener plata, una gran casa, un helicóptero (poca paciencia para el tráfico callejero) y un puñado de gente en quién confiar. Deseo el éxito para mis más cercanos. Deseo fines de semana entre amigos y sin preocupaciones.

Podría pasar toda la noche deseando cosas.

Pero ésta realidad no me lo permite.

No puedo echarle la culpa a los demás. No puedo ser tan hipócrita. Pero evidentemente existe una pista de obstáculos ante cada nueva situación, una larga cola de gente diario en mano como vos o entrevistadores que lo hacen lo la mirada y con el dedo, bajas remuneraciones que pretenden "salvarte la vida" diariamente, compañeros que llevan ése título tan sólo por compartir el mismo espacio, obligaciones familiares y personas que presionan antes de mirar si te está pasando algo malo por dentro. Y tantas otras cosas más. Tantas, tantas...

El mundo de hoy en día se volvió un papel llenos de cálculos realizados a la perfección. Vivimos con algunos lo desearon. Trabajamos porque no tenemos otra, porque se inventó el dinero para poseer lo que otros poseen, para extender nuestras vidas a ochenta años y no a veintiuno. Tenemos documento de identidad para que la policía sepa a quién está deteniendo, tenemos colas para sentirnos miserables, tenemos televisión para criticarla y luego prenderla, tenemos canciones para disimular lo que pasa alrededor...

Tengo muchísimos sueños y pocas noches de sueño. Me cuesta arrancar nuevamente, tengo una familia por armar. Mi novia dice todo el tiempo "prometeme que vas a buscar trabajo" y yo le contesto que sí, hasta que me canso y le digo que me pudre oírla decir lo mismo siempre. Ella tiene diecinueve años y tal vez no entienda lo que a mí me está pasando, que no tiene que ver el que haya tenido una docena de trabajos desde que tengo catorce. Y que no lo puedo justificar con todo lo que en éste preciso instante estoy escribiendo, pero algo a lo que tal vez le vendría bien con una pastillita de "escuchar".

A veces... a veces odio detenerme a pensar. Creo que ha sido por culpa de aquella vez en que lo hice y ahora, no me he podido recuperar.

Espero ser más subjetivo en la próxima actualización, porque creo que podría llegar a escribir una novela con mi propia vida y la cual, seguramente resultará aburrida.



Gabriel.

No hay comentarios.: